El triunfo de la revolución comunista en China el 1 de
octubre de 1949 alteró completamente el equilibrio geoestratégico de Asia
Oriental. Stalin, que venía de sufrir serios reveses en Europa (como el fracaso
del bloqueo de Berlín o el cisma yugoslavo), quiso recuperar terreno en Asia y
dio su aprobación a un ataque norcoreano a Corea del Sur. Así, el 25 de junio
de 1950, las tropas de Kim Il-sung atravesaron el paralelo 38º y avanzaron
hacia el sur, arrasando prácticamente a las fuerzas surcoreanas, que apenas
pudieron replegarse en torno a Pusan.
La reacción de los estadounidenses, para la sorpresa de
Stalin, fue inmediata. Washington pidió la convocatoria del Consejo de
Seguridad de la ONU y consiguió un mandato para ponerse al frente de un
ejército que respondiera a la agresión norcorea
El comando de las Naciones Unidas desplazo a los comunistas
mas allá del paralelo 38 e intentaron invadir Corea del Norte.
Entonces fue cuando entró la república Popular China en el conflicto.
Con el apoyo Chino y Soviético, Corea del norte recupero el
territorio, y al no llegar a una resolución, se estableció una nueva frontera
que serpentea al paralelo 38 y que aun hoy se respeta.